Entradas

LAS ÚLTIMAS COSAS

Imagen
Caía fuego de mortero sobre toda la compañía.   El País , 16/09/2009 Desalentado ,  quieta la cabeza sobre en una piedra, miro las lomas. Todavía tienen luces encendidas. Parecen las de esas ciudades que se dejan ver desde los cerros. Lentejuelas amarillas sobre paño negro. En lo alto, delante de la luna,  hay nubes calmas. Algo de polvo  les acerca el viento.  ¿Cómo será sentirse polvo o nube,  dejarse empujar por las alas frías de ese avión que titila justo ahora? ¿Cómo se verá este sitio pálido y caótico, harto de ruidos? Cuando las tenemos cerca  las cosas son extrañas. Nos pasman con su presencia brutal y definitiva. Como la mordedura de una bala,  la rosa amarilla de una explosión, este fuego de mortero que cae sobre toda la compañía. 

BREVEMAS

Agosto  1   C añas quemándose. Verde y nada se confunden.   2 Negra ceniza  de caña:  i nvierno  muerto;  suave rencor. Cae y enluta las flores de los lapachos.  Septiembre 1 Destemplados frentes, vacías veredas. Sin mirar, sola, una mariposa cruza la calle.  2 ¿Qué es la espina? ¿Qué la piedra, la flor? Pregunto desde la infancia. 

VÍSPERA DE SAN JUAN

Imagen
Sentados sobre el espigón, miran arder el verano en las hogueras de junio. Sobre las piedras, la bajamar ha dejado algas muertas, jirones de sombra que se confunden con las suyas. Ayer perdido en el presente, no tienen historia aquí. Como si se tratase de un segundo nacimiento, todo debieron hacerlo nuevamente. Han aprendido los contornos de la ciudad, la lengua seglar, más dura que el frío que los obliga a abrigarse y caminar hacia la poblada salida del metro. No saben aún que la ciudad solo puede ofrecerles lo que ahora abandonan: una Barceloneta ajena, turística, un poco de comida y el calmo oleaje donde a veces se demora el último sol. El mañana real son cenizas de casas y calles que todavía crepitan en su interior, a miles de kilómetros. 

EL EXTRAÑO

Gris y necio, el gato  mira tu imagen  en el fondo del espejo. Ni él ni vos  reconocen tu mano que pasa la página.

DE LO PEQUEÑO Y FUGAZ

Por un largo lamento de quena viaja el caracol. Su huella blanda moja esa nota sostenida. Parece que nunca podrá atravesarla, sin embargo, viaja, con paciencia, mirando al poniente y al cemento a la vez. Le fascina lo que hay fuera, lo que no es su casa vagabunda. El vientre de la luna, por ejemplo, allá sobre la cima del cerro, o los duros ojos de las hormigas. Terco y adusto como un filósofo se pregunta quién los puso allí, qué hacen cuando no los ve, a qué tanta forma entre formas. No advierte, empero, que esas interrogaciones son el ínfimo cuarzo que brilla en la arena, su huella blanda que poco a poco va desapareciendo sobre el lamento de la quena  que también languidece.  

TIBIEZA

Tibieza imposible de tu mano, eco y espera, la palabra, igual que la noche,  vive del poema.

CANCIÓN

Tuscas que ya no son hacen de este poema tierra para brotar, campo sin luz ni arena. Campo sin luz ni arena que por la madrugada verá pasar la sombra de hombres hacia la nada. De hombres hacia la nada, que otros recordarán como quien mira nubes que son y no serán. Que son y no serán igual que este poema que prende en tu mirada, tierra sin luz ni arena.

CONTACTO: gaston.coba@gmail.com