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A CANDELARIA ROJAS PAZ

¿ C ómo se cambia los años de no saber? ¿Cómo hacer de ese olor un aroma, de un puño una mano abierta, de ese grito una voz? ¿Cómo abrir las puertas que cierran los sellos de autorizado, recibido , revisado ? ¿Cómo cambiar este caballo flaco   del mañana, que pasta tranquilo junto a los torres de alta tensión, esta casucha de incertidumbre, este paisaje que no borra la mano que falsea la estadística? ¿Cómo hacer del poema alguien que levante una pared, abrace, diga no , tiemble en el barro, tosa, lleve papeles que no son, que faltan, que vuelven siempre mañana? Te lo pregunto así, con errores de sintaxis, como quien balbucea, tantea en el lenguaje, reconoce en tus ojos el negro y viejo dolor  d el que nace la esperanza. 

GÉNESIS

No hay códigos , dicen, como quien afirma que no hay signo ni cifra ni letra, como si hubiera silencio, vacío, abismo, un punto inicial que no ha estallado. No hay códigos, dicen, como quien señala:  t odo debe hacerse.

FÁBULA

Me dijo: recuerda, las mariposas de noche buscan el calor y la luz. Recuerdo el pavor y el fuego. Estas son mis alas deshechas. Baten  de sde una cornisa nocturna.

POÉTICA(S)

El poema :  1 Rayo y abismo; a veces, leve temblor. Y viceversa. 2 Un río que cambia cuando distinto es el lecho. 3 Un hombre frente al fuego. A sus espaldas la noche y las bestias. 4 Rayo, río cuando acechan  en la noche las bestias. 

ESCENA DE NAVIDAD

A Manuel Brito Sobre la tierra muda, recién regada del patio, sentado en una silla, se deja estar. Como la espuma de la cerveza, le suben claras las variaciones de los días: las siestas luminosas, atormentadas por las chicharras; las risas acompañadas por los recónditos perros de la madrugada; el tibio olor del pan, el humo del querosén que hacía la noche. Últimas, perdidas, hoy lo acompañan, igual que la brisa que por los alambres del fondo le trae la fresca suavidad de las malvas. Hablará con alguien de esas cosas, y a su turno se iluminarán y se apagarán las voces, lentamente, igual que las luces navideñas que ha colgado de la ventana. Mañana, aturdido por el calor, recordará lo sucedido. Recuerdo de recuerdos, la cita a la que acudimos cuando callan los fuegos artificiales.

SAN PEDRO DE COLALAO

Bajo  la seca luz arden el polvo y los árboles. El norte quema la vida en las manos y los ojos.  Aquí abunda el apellido ilustre, la mano pedigüeña, las cañas de humo. A eso hay que resignarse.  Me lo dijo y taloneó al caballo. El agua donde había bebido el animal reflejó, sucia, un cielo sin pájaros. Mirándola, agregó:  Es  lo que somos.  No hablamos más. Hasta nosotros extendía su sombra el cerro.

ECCEHOMO

D e gritos estoy hecho porque he andado a tu lado.   He sido –por vos– tus ojos, tu dolor, tu miedo. Tu impiadosa rabia. Vengo –todo espina y todo piedra–del infierno. Conversar        de nada sirve. Ni siquiera una palabra tuya podrá sanarme. 

CONTACTO: gaston.coba@gmail.com