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FÁBULA

Me dijo: recuerda, las mariposas de noche buscan el calor y la luz. Recuerdo el pavor y el fuego. Estas son mis alas deshechas. Baten  de sde una cornisa nocturna.

POÉTICA(S)

El poema :  1 Rayo y abismo; a veces, leve temblor. Y viceversa. 2 Un río que cambia cuando distinto es el lecho. 3 Un hombre frente al fuego. A sus espaldas la noche y las bestias. 4 Rayo, río cuando acechan  en la noche las bestias. 

ESCENA DE NAVIDAD

A Manuel Brito Sobre la tierra muda, recién regada del patio, sentado en una silla, se deja estar. Como la espuma de la cerveza, le suben claras las variaciones de los días: las siestas luminosas, atormentadas por las chicharras; las risas acompañadas por los recónditos perros de la madrugada; el tibio olor del pan, el humo del querosén que hacía la noche. Últimas, perdidas, hoy lo acompañan, igual que la brisa que por los alambres del fondo le trae la fresca suavidad de las malvas. Hablará con alguien de esas cosas, y a su turno se iluminarán y se apagarán las voces, lentamente, igual que las luces navideñas que ha colgado de la ventana. Mañana, aturdido por el calor, recordará lo sucedido. Recuerdo de recuerdos, la cita a la que acudimos cuando callan los fuegos artificiales.

SAN PEDRO DE COLALAO

Bajo  la seca luz arden el polvo y los árboles. El norte quema la vida en las manos y los ojos.  Aquí abunda el apellido ilustre, la mano pedigüeña, las cañas de humo. A eso hay que resignarse.  Me lo dijo y taloneó al caballo. El agua donde había bebido el animal reflejó, sucia, un cielo sin pájaros. Mirándola, agregó:  Es  lo que somos.  No hablamos más. Hasta nosotros extendía su sombra el cerro.

ECCEHOMO

D e gritos estoy hecho porque he andado a tu lado.   He sido –por vos– tus ojos, tu dolor, tu miedo. Tu impiadosa rabia. Vengo –todo espina y todo piedra–del infierno. Conversar        de nada sirve. Ni siquiera una palabra tuya podrá sanarme. 

BUENOS AIRES, 1973

A manece . El lomo rancio del Riachuelo mece raídos botes y viejas latas que golpean contra la orilla. Por este sumidero de sombras se desangra la ciudad, y parte la noche hacia aguas más amplias y luminosas. Carteles arrancados, palabras negras, flores de pólvora muestra en su abandono. Objetos de un sórdido y sitiado laberinto que he atravesado aferrando el revólver. Más allá del rumor del tránsito que extiende los límites de los suburbios, lejos de las persianas que revelan su alma de óxido, ha quedado la vida. El vino agreste que alegraba los sábados; su cuerpo bajo la Cruz del Sur, entre las hierbas del campo, una noche después de la tormenta; las primeras palabras que escupí durante una huelga en una fábrica; ahora se confunden y arden como la sangre y el sudor que me quema la herida. Con asombro y como si fuese nuevo miro el mapa que trazan las piezas del empedrado. Inútil grafía de mugre de la cual me arranca el rechinar de las ruedas que me buscan. Cuento nuevamente la

FIGURACIONES

Una hormiga feroz y azul o un ángel de túnica roja, un cielo adoquinado  o un sol que parezca un cerebro, un limón violeta; eso sueña que quiere ser la mancha. 

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