LHASA DE SELA
Desde aquella tierra de sol y agaves hasta los
bares de Montreal has venido conmigo. En la ranchera, el claro dolor del
blues, el travieso ritmo del klezmer. De mi soledad, fuiste el mapa sin
confines, la luz detrás de mis párpados cuando conocí mi voz de sal y canela. Pasada esta Noche Vieja nunca podré cantar las canciones de Jara.
Generosa, has aplazado el final. Mi voz, sin embargo, aquí se queda.