DONDE HUBO CIELO
Donde hubo cielo, segunda parte de la trilogía poética que me tiene
ocupado desde hace un tiempo. En ella están presentes la ciudad y los espacios
íntimos. Supone, además, un ahondamiento en los temas planteados en Final
del día, mi libro anterior.
Agradezco el prólogo que José Ángel Cilleruelo ha dedicado a esta edición y las palabras de la
contraportada del poeta Gabo Acosta. El diseño y la impresión no hubieran
sido posibles sin Luciano Moretti y Mario Tapia; para ellos también mi
agradecimiento.
BLUES
Llueve como entonces en la ciudad
en que nos
despedimos. Cruzamos,
destellos cenicientos, las estaciones
y nuevamente tu vestido tiembla
sobre tus piernas, rojo como el deseo,
antes abierto a la noche. Pronto,
una vez más, nos quedaremos solos.
Doloroso, como un blues, el silencio,
y en la garganta la ginebra mala
destellos cenicientos, las estaciones
y nuevamente tu vestido tiembla
sobre tus piernas, rojo como el deseo,
antes abierto a la noche. Pronto,
una vez más, nos quedaremos solos.
Doloroso, como un blues, el silencio,
y en la garganta la ginebra mala
de la resignación.
Igual que quien
dice el verso más difícil, repito
las palabras que nos negamos,
pero no las oyes. Formas del miedo,
gotas de este vaho que ciega al día,
línea tras línea van deshaciendo
la imagen de esa noche. Tras ella,
como si las nubes hubieran hecho suyo
el año entero, sigue, terca, la lluvia.
dice el verso más difícil, repito
las palabras que nos negamos,
pero no las oyes. Formas del miedo,
gotas de este vaho que ciega al día,
línea tras línea van deshaciendo
la imagen de esa noche. Tras ella,
como si las nubes hubieran hecho suyo
el año entero, sigue, terca, la lluvia.