ÁRBOL CRECIDO EN UN TECHO
A Facundo Martínez
Su forma, un rayo negro
aferrado a las vigas de la casa.
Sembrado por el viento,
casi en el aire crecido, el lapacho
abre su sombra rosada.
El tiempo húmedo y verde,
con bagazo, con luz y niebla claras,
lo fue fijando al cielo,
y le dio distancia de imagen nueva,
recién abandonada.
Lo miro –casi quieto,
suyo el viejo campanario, la plaza,
el cerro enrojecido–
y el ayer y el presente se confunden
como en una vidala.
Por él, que es menos cosa,
más idea, Manuel, hecho palabras,
amanecido, vuelve,
y en las bocas su recuerdo se alarga
igual que una baguala.
Entonces, nos crecemos
con la música en su sombra astillada,
y algo del infierno
de la vida queda mudo en el patio
y la muerte no pasa.
En la casa del poeta Manuel Aldonate