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VÍSPERA DE SAN JUAN

Imagen
Sentados sobre el espigón, miran arder el verano en las hogueras de junio. Sobre las piedras, la bajamar ha dejado algas muertas, jirones de sombra que se confunden con las suyas. Ayer perdido en el presente, no tienen historia aquí. Como si se tratase de un segundo nacimiento, todo debieron hacerlo nuevamente. Han aprendido los contornos de la ciudad, la lengua seglar, más dura que el frío que los obliga a abrigarse y caminar hacia la poblada salida del metro. No saben aún que la ciudad solo puede ofrecerles lo que ahora abandonan: una Barceloneta ajena, turística, un poco de comida y el calmo oleaje donde a veces se demora el último sol. El mañana real son cenizas de casas y calles que todavía crepitan en su interior, a miles de kilómetros. 

EL EXTRAÑO

Gris y necio, el gato  mira tu imagen  en el fondo del espejo. Ni él ni vos  reconocen tu mano que pasa la página.

DE LO PEQUEÑO Y FUGAZ

Por un largo lamento de quena viaja el caracol. Su huella blanda moja esa nota sostenida. Parece que nunca podrá atravesarla, sin embargo, viaja, con paciencia, mirando al poniente y al cemento a la vez. Le fascina lo que hay fuera, lo que no es su casa vagabunda. El vientre de la luna, por ejemplo, allá sobre la cima del cerro, o los duros ojos de las hormigas. Terco y adusto como un filósofo se pregunta quién los puso allí, qué hacen cuando no los ve, a qué tanta forma entre formas. No advierte, empero, que esas interrogaciones son el ínfimo cuarzo que brilla en la arena, su huella blanda que poco a poco va desapareciendo sobre el lamento de la quena  que también languidece.  

TIBIEZA

Tibieza imposible de tu mano, eco y espera, la palabra, igual que la noche,  vive del poema.

CANCIÓN

Tuscas que ya no son hacen de este poema tierra para brotar, campo sin luz ni arena. Campo sin luz ni arena que por la madrugada verá pasar la sombra de hombres hacia la nada. De hombres hacia la nada, que otros recordarán como quien mira nubes que son y no serán. Que son y no serán igual que este poema que prende en tu mirada, tierra sin luz ni arena.

A CANDELARIA ROJAS PAZ

¿ C ómo se cambia los años de no saber? ¿Cómo hacer de ese olor un aroma, de un puño una mano abierta, de ese grito una voz? ¿Cómo abrir las puertas que cierran los sellos de autorizado, recibido , revisado ? ¿Cómo cambiar este caballo flaco   del mañana, que pasta tranquilo junto a los torres de alta tensión, esta casucha de incertidumbre, este paisaje que no borra la mano que falsea la estadística? ¿Cómo hacer del poema alguien que levante una pared, abrace, diga no , tiemble en el barro, tosa, lleve papeles que no son, que faltan, que vuelven siempre mañana? Te lo pregunto así, con errores de sintaxis, como quien balbucea, tantea en el lenguaje, reconoce en tus ojos el negro y viejo dolor  d el que nace la esperanza. 

GÉNESIS

No hay códigos , dicen, como quien afirma que no hay signo ni cifra ni letra, como si hubiera silencio, vacío, abismo, un punto inicial que no ha estallado. No hay códigos, dicen, como quien señala:  t odo debe hacerse.

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