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EL EXTRAÑO

Gris y necio, el gato  mira tu imagen  en el fondo del espejo. Ni él ni vos  reconocen tu mano que pasa la página.

DE LO PEQUEÑO Y FUGAZ

Por un largo lamento de quena viaja el caracol. Su huella blanda moja esa nota sostenida. Parece que nunca podrá atravesarla, sin embargo, viaja, con paciencia, mirando al poniente y al cemento a la vez. Le fascina lo que hay fuera, lo que no es su casa vagabunda. El vientre de la luna, por ejemplo, allá sobre la cima del cerro, o los duros ojos de las hormigas. Terco y adusto como un filósofo se pregunta quién los puso allí, qué hacen cuando no los ve, a qué tanta forma entre formas. No advierte, empero, que esas interrogaciones son el ínfimo cuarzo que brilla en la arena, su huella blanda que poco a poco va desapareciendo sobre el lamento de la quena  que también languidece.  

TIBIEZA

Tibieza imposible de tu mano, eco y espera, la palabra, igual que la noche,  vive del poema.

CANCIÓN

Tuscas que ya no son hacen de este poema tierra para brotar, campo sin luz ni arena. Campo sin luz ni arena que por la madrugada verá pasar la sombra de hombres hacia la nada. De hombres hacia la nada, que otros recordarán como quien mira nubes que son y no serán. Que son y no serán igual que este poema que prende en tu mirada, tierra sin luz ni arena.

A CANDELARIA ROJAS PAZ

¿ C ómo se cambia los años de no saber? ¿Cómo hacer de ese olor un aroma, de un puño una mano abierta, de ese grito una voz? ¿Cómo abrir las puertas que cierran los sellos de autorizado, recibido , revisado ? ¿Cómo cambiar este caballo flaco   del mañana, que pasta tranquilo junto a los torres de alta tensión, esta casucha de incertidumbre, este paisaje que no borra la mano que falsea la estadística? ¿Cómo hacer del poema alguien que levante una pared, abrace, diga no , tiemble en el barro, tosa, lleve papeles que no son, que faltan, que vuelven siempre mañana? Te lo pregunto así, con errores de sintaxis, como quien balbucea, tantea en el lenguaje, reconoce en tus ojos el negro y viejo dolor  d el que nace la esperanza. 

GÉNESIS

No hay códigos , dicen, como quien afirma que no hay signo ni cifra ni letra, como si hubiera silencio, vacío, abismo, un punto inicial que no ha estallado. No hay códigos, dicen, como quien señala:  t odo debe hacerse.

FÁBULA

Me dijo: recuerda, las mariposas de noche buscan el calor y la luz. Recuerdo el pavor y el fuego. Estas son mis alas deshechas. Baten  de sde una cornisa nocturna.

POÉTICA(S)

El poema :  1 Rayo y abismo; a veces, leve temblor. Y viceversa. 2 Un río que cambia cuando distinto es el lecho. 3 Un hombre frente al fuego. A sus espaldas la noche y las bestias. 4 Rayo, río cuando acechan  en la noche las bestias. 

ESCENA DE NAVIDAD

A Manuel Brito Sobre la tierra muda, recién regada del patio, sentado en una silla, se deja estar. Como la espuma de la cerveza, le suben claras las variaciones de los días: las siestas luminosas, atormentadas por las chicharras; las risas acompañadas por los recónditos perros de la madrugada; el tibio olor del pan, el humo del querosén que hacía la noche. Últimas, perdidas, hoy lo acompañan, igual que la brisa que por los alambres del fondo le trae la fresca suavidad de las malvas. Hablará con alguien de esas cosas, y a su turno se iluminarán y se apagarán las voces, lentamente, igual que las luces navideñas que ha colgado de la ventana. Mañana, aturdido por el calor, recordará lo sucedido. Recuerdo de recuerdos, la cita a la que acudimos cuando callan los fuegos artificiales.

SAN PEDRO DE COLALAO

Bajo  la seca luz arden el polvo y los árboles. El norte quema la vida en las manos y los ojos.  Aquí abunda el apellido ilustre, la mano pedigüeña, las cañas de humo. A eso hay que resignarse.  Me lo dijo y taloneó al caballo. El agua donde había bebido el animal reflejó, sucia, un cielo sin pájaros. Mirándola, agregó:  Es  lo que somos.  No hablamos más. Hasta nosotros extendía su sombra el cerro.

ECCEHOMO

D e gritos estoy hecho porque he andado a tu lado.   He sido –por vos– tus ojos, tu dolor, tu miedo. Tu impiadosa rabia. Vengo –todo espina y todo piedra–del infierno. Conversar        de nada sirve. Ni siquiera una palabra tuya podrá sanarme. 

BUENOS AIRES, 1973

A manece . El lomo rancio del Riachuelo mece raídos botes y viejas latas que golpean contra la orilla. Por este sumidero de sombras se desangra la ciudad, y parte la noche hacia aguas más amplias y luminosas. Carteles arrancados, palabras negras, flores de pólvora muestra en su abandono. Objetos de un sórdido y sitiado laberinto que he atravesado aferrando el revólver. Más allá del rumor del tránsito que extiende los límites de los suburbios, lejos de las persianas que revelan su alma de óxido, ha quedado la vida. El vino agreste que alegraba los sábados; su cuerpo bajo la Cruz del Sur, entre las hierbas del campo, una noche después de la tormenta; las primeras palabras que escupí durante una huelga en una fábrica; ahora se confunden y arden como la sangre y el sudor que me quema la herida. Con asombro y como si fuese nuevo miro el mapa que trazan las piezas del empedrado. Inútil grafía de mugre de la cual me arranca el rechinar de las ruedas que me buscan. Cuento nuevamente la

FIGURACIONES

Una hormiga feroz y azul o un ángel de túnica roja, un cielo adoquinado  o un sol que parezca un cerebro, un limón violeta; eso sueña que quiere ser la mancha. 

HAIKUS

1  Último aliento  del sol en las ventanas. Nadie lo mira. 2 Blancas estelas de invisibles aviones, trazos de espuma.

GOTAS

Alineadas en la cuerda que sirve de tendedero, esperan el viento.  Su vuelo  sin retorno  limpiará el  añil.  Son  el claro  indicio de que la primavera  ha llegado.

CONTACTO: gaston.coba@gmail.com